Los americanos tienen el mérito de haber descubierto. sí, los americanos, que el ser humano es un animal mascador, más cercano a las vacas que a los tigres. Un auténtico rumiante que debe mascarlo todo, y no sólo para comer, lo peor es que debe mascar para vivir. Es un animal mascado, que pierde el gusto, las ganas, la vitalidad, y sobre todo el tiempo. Como digo, los americanos atentos a este hecho han ido creando sucesivamente innumerables ingenios, todos con patente, para mascar la vida, para ir mascando hasta morir. De tanto mascar, por supuesto, al final nada sabe a nada, da asco. No es un inconveniente, es más, esto es lo que se vende a los clientes potenciales, los mascadores: una experiencia inolvidable en la que progresivamente sienten asco de sí mismos, de los demás y de todo lo que les rodea. Cuanto más perseveran, más mascan, más pierden el tiempo, más asco sienten y menos sentido tiene todo. Mascan para no sentir más asco y a la vez sienten más asco al mascar. Algunos vomitan, y vuelven a empezar, como si fuera una vida nueva.Y sobre todo, sobre todo, compran, compran para sentirse mal.
Este mascamiento obsesivo del día a la noche, una buena gimnasia para las mandíbulas, tuvo de forma casi simultánea, y no casual, su primer objeto de asco, o doble objeto de asco, con la TV, gran invento, y el chicle, no menos gran invento. Grandes formas de perder el tiempo, hacer ganar dinero y hacer sentir asco al propio mascador. Tampoco es casual que el boom del chicle fuera durante la Segunda Guerra Mundial, pues no hay nada mejor que matar mientras se masca chicle de sabor fresa. Hay una sintonía, una armonía oculta. Puestos a sentir asco, hagámoslo a lo grande, matando gente con una goma de mascar en la boca. Después el soldado, ese gran mascador de huesos y sangre, volvía a casa. En casa, quería más, quería sentir más asco, odiarse más, sentirse peor... ¿y qué hacía?... Lo más razonable: encender la TV. Ahora sí, ahora sí que se odia, se odia mucho, a más no poder. Nunca ha odiado a más en la vida. Masca su propio odio como si fuera sólido. Mira y odia. Odia y mira. No lo aguanta, ni se aguanta, pero seguirá así hasta caer muerto de tanto mascar.
Hay más, a la caja tonta, chicle tecnológico lleno de imágenes mascadas y masticadas para los mascadores, le ha sucedido la red tonta, más asquerosa. mucho mejor para provocar asco. Empiezan a conocerse casos de personas que vomitan nada más conectarse; lo cual es bueno, porque pueden volver a conectarse, a mascar un rato, antes de que les den arcadas de nuevo. Vomitar es sano, recuerden, alivia. Nada como la red para que el mascador sienta odio de sí mismo y entre en una espiral de depresión, náusea y repugnancia. Es el denominado Ciclo del Chicle Usado (CCU). No pasa nada. Cada mañana, el CCU que era insoportable por la noche, se convierte en la única esperanza, en lo único por lo que se levantan de la cama. Para mascar, se levantan para mascar, para ser mascados y para mascar a los demás. Masca que algo queda. Los mascadores, todo lo esperan del CCU. Los masticadores, adoran al CCU. Siempre y en todas partes, en todo lo que hacen, todo es algo mascado, todo es CCU. ¿Los hijos? - CCU. ¿La pareja? - CCU. ¿Los amigos? - CCU. ¿Los muertos? -CCU. ¿La vida? -CCU. Todos quieren ser CCU. Sueñan con el CCU. Se acuestan con el CCU. ¿Qué asco de vida? - Al mascador le parece normal. nació con un chicle en la boca, un chicle usado. Hay CCU para los bebés. Los venden en las tiendas.
Para finalizar, un poco de historia contemporánea. Se cuenta en los libros de historia que la primera vez que se utilizó la expresión: "Dale al chicle", fue durante la Guerra de Vietnam, gran hito de los mascadores de odio. Ahí, cuando los marines se encontraban con algún vietnamita chamuscado por el napalm, medio muerto, hambriento, empapado de agente naranja, le miraban sonriendo, los americanos siempre ríen, y le decían: "Dale al chicle"... se sobreentiende... "muérete ya en un rincón y deja de molestar", o también... "que te den", o también "si te pica te rascas", o también "a partir de ahora nada de nada". Incluso llegaban a meterle un chicle en la boca y obligarlo a mascar. Todavía no existía YouTube, otro CCU, y es una lástima, porque tendríamos vídeos inolvidables. ¿Se imaginan un vietnamita en llamas mascando chicle? Se haría viral en un segundo. Eso era antes, lo de dale al chicle, ahora, en la misma situación, en Agfanistán, Irak o donde sea, dirían: "Dale al like" si te ha gustado... o "Dale al dislike", si no te ha gustado. ¿Te hemos jodido bien o no? - Valora nuestra actuación con total libertad. Te vamos a matar igual, pero dale al like. Porque los americanos son seres humanitarios; el "Dale al like" es un derecho humano que no se puede negar a nadie. Bueno, se dice que el único derecho humano que queda, el último chicle usado. El CCU definitivo para la gran vomitona mundial. ¡Dale al chicle! ¡Dale al like! Los americanos sí que saben dar asco.
Genial arañajoro! Casi me matas de risa. Hay que ver qué gran imaginación la tuya. Más bilis, imposible Es la monda. Desde ya no le doy más al chicle. Lo engancho y punto, como en 'El último Tango en París'.
ResponderEliminarGracias. Hoy más que nunca es necesario dar una visión optimista del mundo. Un chicle pegado es un chicle menos que mascar. Por algo se empieza.
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