sábado, 18 de junio de 2011

TEPCO... Jones: ¡Libre de la deuda... fuera de peligro!

Crisis financiera, crisis atómica, crisis ecológica, crisis alimentaria y muchas otra crisis. No cabe duda al respecto, vive ahora y paga después, y viva la radiación para quien le toque, se ha convertido en el principio director de nosotros hoy. Eso se debe a que el crédito, que hasta hace poco ha estado fácilmente disponible, ha hecho realidad lo de que más vale uranio en mano que fusión del reactor. Esto ¿importa? No. Las deudas pueden acumularse con demasiada facilidad, hasta el punto de que los padres matan a los hijos por adelantado, y todo cuesta mantenerse a flote. Pero, alabado sea el señor también existe otra forma de deuda que nos afecta a todos, una deuda oculta mucho más grave que el dinero, la contaminación radiactiva, el tepco-cinismo o la inflación bursátil. Y una deuda para la que parece que sólo hay una respuesta. Sí, la clave está en entender cuál es la mayor deuda que tenemos cada uno de nosotros, primero debemos aceptar que nuestras vidas no son nuestras. Demasiado tiempo hemos creído que al menos teníamos una vida. Ilusos. Aquí no hay nada gratis. Pagad por todo y morir rápido, y hay que pagar al acreedor más grandioso de todos los tiempos. Ahora resulta que fuimos creados, en algún tipo de eyaculación precoz o polución nocturna, por DIOS, y encima para su placer, y , por tanto, el tiene derecho a ordenar nuestra vida cotidiana. A los Hebreos 2:10 me remito, incrédulos y mala gente... "Dios por cuya causa son todas las cosas, y por quien todas las cosas subsisten". Esto sí que es una deuda, y de las gordas, y lo demás son tonterías, ni mil bombas atómicas, oiga, Dios es mucho peor, la mayor contaminación universal jamás inventada. El puto amo TEPCO planetario. Sin embargo, las personas son unas desagradecidas, qué natural nos resulta molestarnos ante la sugerencia de que alguien nos diga cómo hemos de vivir, especialmente cuando para nosotros su existencia misma es, como poco, cuestionable. Y esto a pesar del hecho de que (Salmo 24:1), "Del señor es la tierra y su plenitud; el mundo, y los que en él habitan". La propiedad privada es un invento muy antiguo, y los propietarios también. La tierra tiene un dueño, y que espera cobrar puntualmente, porque si no, los intereses aumentan y aumentan y aumentan, hasta que nos pondrá de patitas en la calle, y váyase usted a encontrar otro planeta donde poner a su familia, suegra incluida.
Esta conciencia de la deuda universal y sin escapatoria no se reconoce, debido a nuestra naturaleza incrédula y egocéntrica, preferimos rechazar lo que Él dice para poder seguir haciendo lo que queremos. Por esta razón, no podemos tener ni disfrutar del placer de ser propiedad, de tener amo, una relación personal enriquecedora con Dios que Él ha planeado para nosotros. Sólo la maldad ha hecho esta relación imposible, y según el bueno de Isaías 59:2, "Pero vuestras iniquidades y pecados han hecho división entre vosotros y vuestro Dios".
Menos mal que la gloriosa verdad es que Dios ha hecho posible, y con él todas las Tepco del mundo, que podamos estar en paz con Él, y que gozemos de su compañía y de la deuda que jamás podremos pagar. ¡Pero si yo trabajo mucho! - Ya, pero a ver cómo paga su propia vida en el tiempo limitado que tiene para vivir! ¡No sea ingenuo! ¡No ve que es imposible!