martes, 11 de octubre de 2011

Pura brasa

¡Esto está que arde queridos inter, extra y supernautas! El mundo se quema. La banca se quema en tres semanas. Corred a sacar los ahorros antes de que todo arda. Vuelve la inquisición. El dinero es la bruja, todo está en Brujas, todo son brujas. Todo está en Bruselas. La tormenta perfecta está al llegar. Y el Coloso en llamas, y el coloso de barro italiano, el coloso de Rodas, en paz descanse, y el Coloso de los x-Men. Un infierno colosal, pura brasa. ¿Por qué pasa todo esto? ¿Que hemos hecho mal? ¿Por que hacéis esto con nosotros?-El mercado responde: ¿Por qué no? ¿Por qué no quemarlo todo? ¿Por qué no incineraros a todos? Nada nos lo impide. Cuanto más rápido mejor. Con el lanzallamas. Apuntad bien, que no es cuestión de malgastar combustible, inútiles. ¡Que hay crisis! Ni para eso sirven. Dinero, personas, edificios, naciones. Todo con el lanzallamas. Incineradlos hasta reducirlos a cenizas. Quemadlos vivos hasta que paguen lo que deben, hasta que alivien la deuda. Malditos deudores. Si somos realmente sinceros con nosotros mismos, tendríamos que admitir que ya es bastante difícil vivir según nuestras normas. Pero es que hay más. Pecadores del mundo entero tenéis que vivir además con las reglas del juego del nuestro señor el Hacedor. Y pagar de una vez todo lo que debéis, hasta el último céntimo y la última gota de sangre. Evidentemente, como se puede leer en el profeta del Financial Times, más conocido como Juan, en 1 Juan 1:8, "Si decimos que no tenemos pecado -ergo deuda- nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros". Pues que no esté, qué nos importa la verdad. Y, por tanto, no importa lo bien que estén ordenadas nuestras finanzas o lo respetable que sea nuestra imagen pública, todos necesitamos hermanos, un alivio de la deuda. Alíviate hermano. Ves al inodoro. En Romanos 3:23, clarísimo, "por cuanto todos pecaron, y está destituidos de la gloria de Dios". Y de la cuenta corriente y de los ahorros. En nuestra independencia y autosuficiencia pasamos por alto la deuda de amor que tenemos con la Banca, tanto que nos han querido y tan poco que les queremos nosotros. Desagradecidos, no nos merecemos los financieros que tenemos, el trato exquisito de los empleados de banca, la prodigalidad en las oficinas bancarias, los regalos a todas horas. No, por favor, tantos regalos no, no queremos más, por favor, no sean tan amables. Pero quédense algo para ustedes, que se van a arruinar, no lo regalen todo. Y al final se arruinaron. Tanto regalo, tanto regalo acaba así. Y tampoco reconocemos las consecuencias de ofenderles de esta manera, las cuales son muy graves: "Está establecido que los hombres mueran una sola vez, y después de esto el juicio... " (Hebreos 9:27)... y después el embargo, el deshaucio y de patitas en la calle. Sorprendentemente, Dios, con su gran misericordia, nos ofrece una forma de alivio de la deuda, mucho mejor que cualquier otra. Mejor que el lanzallamas se entiende.