jueves, 10 de octubre de 2013

FUCK-USIMA

Al final los nipones lo van a conseguir, ya lo creo. Desde que les explotó la bomba atómica en las narices, van como locos buscando la manera de convertirse en el primer pueblo mutante del mundo, y no sólo en lo físico, también en lo mental. Todo japonés es un mutante cerebral en potencia, un monstruo de la naturaleza bajito capaz de imaginar y practicar todo tipo de perversiones. Está claro, los efectos de la radiación ya se empezaron a notar con el delirio de los Kaiju, Godzilla, Mothra, Gamera, Rodan y compañía, género infumable de tontos del culo disfrazados de forma aberrante, pisando decorados de cartón. Más los delirios homofílicos de Ultraman en peleas sádicas revolcándose por el suelo y tocándose por todas partes con monstruos fálicos o vaginoides. Un gustazo. Exquisito. Tensión sexual se llama ahora. La cosa fue a peor con todo un repertorio de perversiones sexuales inventadas por estos prodigios de la naturaleza. Véase el eye-contact, el chupeteo de los ojos hasta la irritación, y esto no es nada. Luego vino el pussy-pussy, cock-cock o por qué no el pussy-cock, donde los felices parteneres sexuales, después de un día agotador de trabajo, orinan uno contra el otro haciendo puntería para acertar en el órgano sexual del otro. Muy relajante y oriental. Aunque lo mejor de todo es el ass-ass, el culo-culo, que consiste en defecar uno contra otro. Hay muchas variantes, se puede hacer sentados frente a frente con las piernas entrelazadas, e ir apretando, ya se entiende... Otra manera es de rodilas, de espaldas, bien juntitos, a ver quién sale antes... y lo que sale... en invierno es una buena forma de calentarse... Se recomienda para todas las edades. 

Con estos precedentes no puede parecer extraño el icono sexual de las calientes japonesas. Por aquí, en tierras occidentales, la zoofilia es casi poética, cabras, perros, serpientes, bellos cisnes, muy mitológico todo. En Japón no, ahí es otra cosa, la zoofilia es a lo grande y a lo pegajoso, a lo bestia nunca mejor dicho. El animal preferido es algo tan repulsivo y extraño ¡como un pulpo! Existe una larga tradición japonesa de imágenes y grabados de japonesas revolcándose con pulpos gigantes, tentáculos por ahí, tentáculos por allá. Godzilla es demasiado grande para una penetración, pero un pulpo se deja, y es igual de repugnante. Y no sólo es una imagen recurrente de la literatura y el arte, son raros, ya se sabe, sino que muchas muchachas ardientes lo llevan a la práctica. Van a la pescadería, se compran su buen pulpo, se desnudan, se orinan encima del pobre cefalópodo para que esté calentito, y se lo meten de todas las formas imaginables por todos los agujeros imaginables. No podemos saber si al bicho le gusta, porque no habla. Las que sí gritan como condenadas son las japonesas, que se lo pasan la mar de bien, con esa forma tan reconocible de jadear, zen, muy zen, que tienen cuando sus agujeros están cubiertos. Y se ha de reconocer, que el pulpo tiene muchos brazos y llega a todas partes, va sobrado de miembros y ventosas para llenarlo todo. Sin contar lo mojado que está.

Por todo ello, la central de Fukusima, Fuckusima para los residentes, se va a convertir en un spa gigante, un balneario termal para que todos, y todas, puedan bañarse y mutar como dios manda, con pulpos incluidos si hace falta. Los escapes no son accidentales, no, no, es la gente que se está dando un baño para convertirse en los nuevos Ultraman del futuro. Al final lo han conseguido. ¡Serán mutantes o no serán! ¡Larga vida al Emperador del Sol caliente!