martes, 19 de febrero de 2013

Lo prometido es deuda, ¡muertos de hambre!

Seguro que ninguno de nosotros escogería vivir bajo la carga de una deuda agobiante. No, ninguno escoge, que todos están gozando de las bondades de la banca, los regalos, los placeres de la autoestimulación monetaria. La deuda mata más que el tabaco y la sífilis cerebral juntos, así que si alguien está dispuesto a cancelar nuestras deudas, ¡que lo haga de una vez! Y se trata del todopoderoso, ¿a qué está esperando?, ¿a que todos los desgraciados se suiciden antes de echarlos de casa? Por desgracia, nadie confía en Dios, y es que Dios no se fía ni de su padre. Esta es exactamente la situación en la que nos encontramos, la que afrontamos. Un Dios desconfiado que no salda las deudas de los deudores, que nos endeuda cada vez más. Qué fácil es pasar por alto, para nuestro coste eterno, desdichados somos, el mayor acto de amor que el mundo haya conocido jamás. ¡Dios creó a la banca para nuestro disfrute! Es un acto de amor, de ¡amor!, estimados deudores y acreedores. El pueblo de dios es un pueblo endeudado entre las cejas, que tiene que pedir limosna a una iglesia del dinero, por caridad, y con humildad. Dios aprieta, pero no ahoga, prefiere que la gente salte de los balcones, se queme en las oficinas bancarias o se pudra durmiendo en la calle. Es la verdad: "Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aun pecadores, Cristo murió por nosotros". Romanos 5:8. Pues no debe haber muerto bastante, porque aquí los que mueren son otros... Nos convertimos en los seguidores de un suicida, loco de atar, Cristo resucitado que promete seguridad eterna y quedar libre de la deuda. El Hijo de Dios lo tiene muy fácil, como buen Hijo de... El personal a ver cómo se las compone para sobrevivir rebuscando en la basura. Ni crucificados les perdonan la deuda. No es bastante. Pero insiste: " Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá" Sí, seguro. Da todo lo que tienes ahora, pide, paga intereses, que luego, ya luego, vendrá lo bueno. El cadáver es el único que cancela la deuda, el préstamo divino. Vivimos de prestado, y "todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente." Juan 11: 25-26. El dinero es un asunto muy sencillo: Tú mueres; el dinero vive, y vive eternamente, tanto como la deuda. Naces con la deuda sobre los hombros a la que sales del vientre materno, el bebé debe pagar en cuanto nace. Pero, ¡si no trabaja y no tiene dinero!. No importa, Dios es bondadoso, y el Hijo de... todavía más, le prestan lo que haga falta y ya lo irá devolviendo, sin prisas.


Así que, al final, realmente no importará mucho que hayamos intentado llevar una vida decente... con alcohol si hace falta, si lo hemos dejado a Él fuera de ella, a el dinero, ¡el dinero! Reverencia, por favor. Por tanto, endeudado, ¡tú debes dar el siguiente paso!, un mínimo de tres, quizá cuatro pisos es lo único que asegura una muerte segura, y acabar con la deuda... o no... en el infierno también se paga, es el otro negocio, la competencia del Hijo de... es un Hijo de... frente a otro Gran Hijo de... Así que no saltes. Total, te vas a morir igual, y te quedas sin créditos para seguir jugando.