El Sr. Winberger fue el elegido para esta nueva prueba, que complementaba el agua caliente en el agujero del cráneo, a modo de lavativa cerebral, con dosis de píldoras. Al principio pareció funcionar, la víctima estaba en un estado semifuncional, incluso era capaz de ir al baño...
En el fondo el Sr. Dahmer era un buen ciudadano, ya que trabajaba y además era puntual. Al ir un día al trabajo, repitió la inyección de agua caliente en el lóbulo frontal y una buena dosis de pastillas. Se ve que se le fue la mano, porque cuando regresó a casa se encontró a su "querido" Winberger muerto. El experimento había fracasado otra vez y ya no habrían más lobotomías caseras porque fue detenido. Una vez capturado confesó que había pensado en otros sistemas de zombificación, como insertar un cable en el agujero de la cabeza y aplicarle descargas. Así pues, poco faltó para que patentara ¡el primer ciborg! de la historia de la humanidad. Hemos de pensar que la precariedad de los materiales utilizados y la falta de estudios, así como la falta de colaboración de los laboratorios y de la sociedad civil, frustraron una brillante carrera científica que sólo encontró salida en el asesinato. No hace falta decir que esto es broma claro. O bueno, ¡quizá se equivocó de época!, en la Edad Media habría hecho furor, con los colegas médicos que sacaban la piedra de la locura a lo bestia, habría sido el rey de las trepanaciones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario